En un nuevo arrojo de creatividad, en cuanto a derechos humanos se refiere, las milicias iraníes encontraron una nueva forma de prevenir la homosexualidad en su territorio: como forma de castigo por su condición sexual, sellan el ano del hombre de turno con goma iraní, un poderoso pegamento que, una vez curado, la única forma de sacarlo es con cirugía. Y por si quedaran dudas de lo estrictas que son sus normas, el rebelde es obligado a ingerir una bebida que le provoca diarrea que, al no poder evacuarla, lo induce a una muerte segura.
Si bien en gran parte del mundo la homosexualidad goza de aceptación, bien es sabido que las leyes del mundo árabe son, además de estrictas y crueles, bien claras: la Sharia prohibe las relaciones íntimas entre personas del mismo sexo, y en 7 de los países que practican esa religión, se castiga con pena de muerte.
Sin negar que esta legislación está vigente hace siglos, bien se podría considerar que el mundo va cambiando, y con él las costumbres de las sociedades. De hecho en 80 países esa condición sigue siendo un delito, pero paulatinamente la situación se va revirtiendo: en Panamá hasta 2008 se penaba el sexo entre personas del mismo género, sin embargo los gobernantes han reconsiderado el tema y cambiaron sus legislaciones.
Pero en Irán el problema parece ser mayor: a las leyes escritas en el Medioevo, se suma el discurso del presidente, Mahmud Ahmadineyad, que días pasados se pronunció en público acerca del tema, pero no para condenarlo, sino para negarlo.

Por Walter Giménez.