Luego de varias idas y vueltas, las autoridades provinciales decidieron adelantar el receso escolar como consecuencia de la Gripe A (H1N1) que ya cobró la vida de unas 60 personas en todo el territorio nacional, según cifras oficiales del ministerio de Salud de la Nación.

La medida apunta a evitar que los chicos compartan espacio y actividades en lugares cerrados donde el riesgo de contagio sería más alto y a raíz de ello se desprende una incógnita a la que el grueso de los padres aún no ha encontrado solución: ¿qué hacer con ellos?

De momento, los teatros, cines, shoppings y colonias invernales permanecerán abiertas a la espera de si el gobierno decreta o no la emergencia sanitaria. Hasta entonces, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner apeló a la responsabilidad ciudadana para evitar exponer a los niños en situaciones de riesgo y lanzó el programa “Aprender en casa” la semana pasada. El mismo, está destinado a “alumnos, docentes y padres con el objetivo de brindar recursos para realizar tareas en los hogares durante la suspensión de clases decretada con motivo de la epidemia de gripe A”, según las palabras del ministro de Educación, Carlos Tedesco.

Pese tratarse de una iniciativa bienintencionada y que tiene como objetivo que los chicos interactúen con la PC de una forma más pedagógica, lo cierto es que la Presidenta y sus ministros no contemplaron que hay una importante franja de ciudadanos que no tienen acceso, siquiera, a energía eléctrica. Tampoco se tuvo en cuenta a aquellos sectores que puedan carecer de computadoras, internet o en su defecto una máquina en condiciones de ejecutar el software ideado para la causa.

No obstante, aquellas familias que no dispongan de recursos para que sus hijos tengan acceso al programa gubernamental, pero que hagan el esfuerzo de juntar unos pocos pesos para mandarlos a un cyber a estudiar, la situación entonces estaría volviendo a foja cero. ¿Acaso no pensaron eso?



Por Julián Chorny